Heredar una vivienda u otro inmueble puede complicarse si los herederos no se ponen de acuerdo en qué hacer con la propiedad. Una pregunta frecuente es si se puede vender la propiedad cuando uno de los herederos se opone a ello. La respuesta no es sencilla, pero existen algunas opciones. Analicemos la situación más en detalle.
Por defecto, los bienes heredados pertenecen a todos los herederos en régimen de proindiviso y en partes iguales, salvo que el testamento establezca algo distinto. Esto significa que ningún heredero puede obligar a otro a vender su parte, pero tampoco se le puede forzar a permanecer como copropietario indefinidamente. Veamos posibles situaciones que se pueden dar y algunas soluciones:
Existe acuerdo en vender, pero no en el precio a pedir
Lo ideal es que los herederos acuerden vender la propiedad a un extraño y repartirse el dinero según su porcentaje de participación en la herencia pero puede haber desacuerdo en el precio de venta.
Posible solución: Una opción es solicitar una subasta voluntaria ante el juez, para fijar un valor de mercado objetivo.
Existe acuerdo para adjudicar a un heredero, pero no en la compensación
Otra alternativa es que un heredero se quede con la propiedad completa, pagando a los demás el valor de sus partes. Pero de nuevo puede haber desacuerdo en la compensación monetaria.
Posible solución: Bastaría que uno de los herederos solicitara la subasta pública.
Sin acuerdo para la venta
El peor escenario es cuando no se logra ningún acuerdo entre herederos. La única salida sería un lento y costoso proceso judicial de división de herencia. Otra opción, poco atractiva, es que cada uno venda su parte a empresas que se dedican a la compra de proindivisos, aunque normalmente ofrecen un precio muy por debajo del mercado, ya que el riesgo es muy alto.
Por supuesto, cada caso es diferente y conviene estudiarlo en detalle para encontrar la mejor solución posible, y siempre es acertado asesorarse con un abogado con experiencia, lo que nos podría evitar muchos quebraderos de cabeza.
En conclusión, casi siempre lo mejor es buscar un acuerdo amistoso entre herederos para resolver estas espinosas situaciones. Un mal acuerdo puede ser preferible a un buen pleito. Con paciencia y buena voluntad suele ser posible alcanzar una solución razonable para todos.